Basta de confiar mis relatos a mi vil memoria, de ahora en adelante se los confiaré a ustedes (porque alguien me está leyendo, ¿no?).

domingo, 9 de octubre de 2011

¡Cuán gris!


Era el valle florido de la rosa y la ortiga,
Eran espumas las nubes, el cielo azul matiz; 
Él, con risa discreta, conservaba la espiga,
Yo, que lloraba en un pétalo, me sentía gris.

Eran sus labios finos y sus palabras mías;
El ruiseñor conoce el verso con el cual me amó.
"¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!" él, con efusión, decía,
Y yo, que ahora callaba... ¡cuán gris estaba yo!

Era tan bello el contraste de su nívea piel
Con sus cabellos negros y sus labios escarlatas,
Mas era tan insípida de su beso la miel,
Mas era tan opaca de sus ojos la plata.

Era el fulgor del sol de sus caricias testigo,
Y mi beso triste y amargo lo sabía feliz. 
Era su sentimiento liviano como el trigo,
Mas yo, que aún esbozaba lágrimas, estaba gris. 

1 comentario:

  1. Excelente. Con el cuidadoso uso de cada palabra, con imagenes bien logradas, emociones coherentemente expresadas...

    Tu rima es ¿pura?.

    Un placer visitarte.

    Saludos.

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